LOS NIÑOS Y LOS REGALOS DE NAVIDAD
Los niños son desde siempre los grandes protagonistas de las fiestas de Navidad, y desde que la sociedad se ha vuelto más consumista son el objetivo de los comerciantes y fabricantes. Desde el mes de noviembre ya se pueden ver anuncios por televisión de juguetes de todo tipo, en los diarios y revistas se regalan catálogos de juguetes, y así los niños se ven inundados de una gran cantidad de mensajes que van dirigidos a incrementar su deseo de poseer tal o cual juego.
Es normal que los niños pidan, que pidan hasta la luna, los que tenemos que poner freno a ese consumismo infantil somos los adultos. Ocurre, sin embargo, que muchas veces los mayores no predican con el ejemplo y así es muy difícil tener autoridad moral para pedir que los más pequeños moderen sus exigencias.
La ilusión de los niños por las fiestas de Navidad y los regalos que llegan bien sea a través de Papá Noel o los Reyes Magos, es de lo más lógica. Todos hemos sido niños y hemos vivido con emoción esas mañanas en las que encontrábamos los regalos que habíamos pedido; pero hay que hacer pedagogía también en el regalo. Las fiestas de Navidad son un momento extraordinario para fomentar en los niños, desde bien pequeños, el sentido de la solidaridad y erradicar el sentimiento caprichoso.
Antes de escribir la carta de Papa Noel o a los Reyes Magos hay que repasar con él los juguetes que tiene; hacerle ver que no se trata de acumular los últimos que salen al mercado cuando tal vez no les ha hecho ni caso a los que ya tiene. Algo que creo que hay que hacerles ver a los niños es que tienen que cuidar los juguetes y si no es así indicarles que no pueden tener lo que no saben cuidar.
Es frecuente que los niños acaben recogiendo juguetes no sólo en su casa si no también en casa de abuelos, tíos, etc. Lo que puede ser una solución para evitar el exceso de regalos es repartir lo que desean en las diferentes casas. Porque luego somos los mayores los que nos quejamos de la cantidad de juguetes acumulados, pero pensemos de donde salen. En Navidad se organizan campañas para recoger juguetes para niños menos favorecidos o que están en hospitales, etc. Pues bien, ahí también se puede inculcar un valor muy necesario: saber compartir.
En su carta a Papá Noel o a los Reyes debería haber algún regalo para esos niños. No se trata de dar juguetes viejos o rotos, a nadie le gusta recibir un regalo así. Un juguete que a ellos les guste ha de ser para regalar a otro niño. Es una labor lenta, y a veces no es bien recibida, pero hay que hacer que la ilusión de la Navidad sea productiva, generosa y muchísimo más sencilla. Pero para eso, la labor de los adultos es imprescindible. No podemos exigir lo que no vivimos. Me da mucha risa, por decir algo, ver a padres que no hacen más que repetir “Es que hoy en día tienen demasiados juguetes” pues en nuestras manos está, la posibilidad de cambiar esta situación.
Nos sorprendería ver lo bien que entienden los niños educados en la generosidad y el desprendimiento estas situaciones. Nos darían una lección a los mayores.
Es así como debe de ser y eso también debería ser para los ADULTOS
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