FLUIR DESDE EL PERDÓN
Se
cuenta que Roberto era un muchacho tímido e introvertido que vivía sólo en su
pequeño apartamento, en medio de una gran ciudad. Los únicos animales que había
visto eran gatos vagabundos, perros, ocasionalmente, alguna rata, palomas y
unos cuantos insectos. Pero un día empezó a preguntarse cómo sería el mundo más
allá de su barrio y la curiosidad le llevó caminando varios kilómetros hasta un
parque zoológico.
Vio las jirafas con sus largos cuellos, los
enormes gorilas e incluso un rinoceronte y una familia de elefantes. Nunca
antes había visto aquellos animales. Pero cuando llegó ante la jaula del tigre,
exclamó: ¡OH, yo te conozco! Eres un gato, un gato muy grande. Me gustan los
gatos. Y así diciendo, introdujo su mano en la jaula del tigre para
acariciarlo. El tigre arañó su mano y Roberto gritó de dolor. Durante la
convalecencia de su herida, cada vez que se acordaba del tigre se sentía
indignado. Ni tan sólo podía soportar pensar en aquel enorme gato.
Pero al cabo de un tiempo, echaba tanto de
menos el zoo que se decidió a visitarlo de nuevo. Se sintió muy feliz al ver de
nuevo los animales, pero simplemente saber que el tigre vivía en aquel lugar le
indisponía. Después de un rato deambulando, preguntó a un transeúnte cómo podía
librarse de aquellos sentimientos tan negativos en relación con el tigre. El
desconocido le respondió: Bueno, como es bien sabido, cuando alguien te hiere
hay que aprender a perdonar y olvidar. A Roberto le pareció una excelente idea.
Decidió allí mismo que iba a perdonar y a olvidar y al llegar ante la jaula del
tigre, se sentía fenomenal. Dirigiéndose al animal, le dijo: Oye gato, te he
perdonado, olvidado todo, y me siento espléndidamente. Lleno de gozo, introdujo
la mano en la jaula para acariciar al felino que, ni corto ni perezoso, se la
arañó.
Esta vez Roberto quedó tan afectado que tuvo
que acudir a un terapeuta. Le contó que había intentado perdonar y olvidar,
pero sin resultados y el terapeuta le propuso probar a perdonar y recordar.
Perdonar para liberarse del resentimiento, recordar para aceptar las cosas como
son. Le sugirió además que investigase en la biblioteca sobre la naturaleza y
los instintos de los tigres. Al día siguiente, Roberto regresó al zoológico y
al llegar frente al tigre, desde una distancia prudencial le dijo: ¡Hola tigre!
Te perdono. Ahora comprendo que no eres simplemente un gato grande. Pensé que
eras algo que no eres. Lo siento. Eres un magnífico tigre y estás enjaulado. No
lo olvidaré.
Se
cuenta también que esa nueva comprensión y aceptación de la realidad a la que
llegó Roberto a través de la práctica del perdón, le llevó a observar en si
mismo la fuerza de una vocación. Siguió el impulso que le encaminaba a la
observación del mundo animal y llegó a ser un reconocido investigador que
aportó claridad y discernimiento en el área de la biología y los
comportamientos instintivos.
MORALEJA:
“El perdón posibilita un marco de acción en el que el ser humano se recuerda a
sí mismo y recuerda la vida que le traspasa y le une a todo lo que existe. El
perdón es un acto de amor es un ofrecimiento incondicional por el
reconocimiento del valor de todo más allá de los juicios que uno haga sobre sus
acciones. La vida es un continuo aprendizaje y hay que tomar consciencia de la
realidad en que se vive”.
Se perdona, pero no se debe olvidar; si olvidas una experiencia de la vida, entonces NO has aprendido el conocimiento que ella te quería enseñar.
ResponderEliminarUn Saludo
Hermoso
ResponderEliminarQue linda enseñanza, gracias!!!!
ResponderEliminarSolo con conocimiento, entendimiento y amor se puede realmente perdonar.
ResponderEliminarSi no olvidas no es perdon
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