martes, 7 de junio de 2011

¿COMER PARA VIVIR O VIVIR PARA COMER?



¿COMER PARA VIVIR O VIVIR PARA COMER?

La respuesta a esta interrogante que puede ser repetitiva en cualquier parte del mundo, favorece hoy día al excesivo consumo de grasas, azúcares y carbohidratos, entre las preferencias que contribuyen a su aumento progresivo.

Los especialistas definen la obesidad como una enfermedad crónica, caracterizada por la acumulación de grasa por encima del 20 por ciento del peso corporal. De no prevenirla a tiempo, tiende a convertirse en responsable de serios problemas de salud que afectan la calidad de vida de quienes la padecen.

Si usted tuviera acceso a todo tipo de alimentos ¿qué le gustaría comer? La respuesta a esta interrogante que puede ser repetitiva en cualquier parte del mundo, favorece hoy día al excesivo consumo de grasas, azúcares y carbohidratos, entre las preferencias que contribuyen a su aumento progresivo.

Asociada a trastornos cardiovasculares, insuficiencias periféricas, accidentes cerebro vasculares encefálicos, diabetes mellitus, cáncer y a enfermedades invalidantes como la artritis y la gota, la obesidad disminuye la esperanza de vida y constituye un factor de riesgo independiente mayor para las principales causas de muerte.

En los Estados Unidos, por ejemplo, alrededor de 240 millones de personas (30 por ciento de su población) son obesas y un 60 por ciento se considera en sobrepeso. Inglaterra, Australia, Brasil y Chile superan cada día las cifras de individuos con trastorno compulsivo de conducta alimentaria.
Considerada enfermedad de la civilización, su prevención es necesaria para poner fin a los mitos que erróneamente la condicionan como sinónimo de
salud y aseguran que detectada en la infancia tiende a desaparecer cuando se llega a adulto.

Asociada a la revolución informática y a los progresivos desarrollos científicos y tecnológicos propios de las sociedades modernas, donde las personas gastan menos energía y permanecen más tiempo sedentarias, es imprescindible adecuar conductas, hábitos alimentarios y estilos de vida saludables, para erradicar los factores de riesgo.

Afecta más al sexo femenino que al masculino, pues la mujer desde el punto de vista biológico requiere de mayor cantidad de tejido adiposo para un correcto funcionamiento de su organismo.

En general, se estima sobrepeso a la relación de peso en kilogramos dividido por la talla o estatura en metros cuadrados que alcanza un índice de masa corporal que excede los 25 kilogramos por metro cuadrado. El obeso supera los 30 kilogramos por cada metro cuadrado, en lo que influye el contexto cultural y las costumbres de consumo de los alimentos.

El Master en Ciencias Jorge Blanco Anestor, especialista cubano en medicina interna y jefe de departamento del Instituto Nacional de Higiene y Nutrición de los Alimentos, explica que se gana una libra cuando se come diariamente 3 500 kilocalorías de más.

Para contrarrestar esta ganancia energética -asegura- se recomienda caminar una hora, al menos tres veces en la semana, pues al recorrer una milla se pierden alrededor de 100 kilo-calorías. Según encuesta nacional de factores de riesgo realizada en el 2001, en Cuba el 42 por ciento de su población tiene sobrepeso y alrededor de un 12 por ciento es obeso. De éstos -informa el Dr. Blanco- el 32 y 16 por ciento respectivamente son mujeres.

El término estrés alimentario o ingestión de alimentos en personas que se apartan de los requerimientos naturales del organismo con predominio de dietas cargadas de grasas y carbohidratos y deficientes de proteínas -considera- conduce al desequilibrio fisiológico en el sistema digestivo.

La obesidad, sin embargo, no se adquiere en dos días. Cambiar el mensaje de mejorar la apariencia por el de mejorar la salud, lograr una pérdida moderada y sostenida en el tiempo de cinco a 10 kilogramos e identificarse con la definición de peso saludable porque no existe el ideal, son algunas de las claves antes de recibir tratamiento.





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